Este será el cuarto artículo dedicado a la depresión, en el que intentaremos responder a una pregunta que suele hacer el enfermo: ¿Porqué me ha pasado esto a mí? ¿Porqué he enfermado yo de depresión?
La persona enferma de depresión puede intentar hacerse responsable de padecer la enfermedad, preguntándose si está haciendo algo de manera inadecuada, o si su mente podría calificarse como débil. La respuesta a ambas preguntas es NO. La persona enferma no es la responsable, sino la víctima de una serie de circunstancias que han aparecido en su vida, y que han favorecido que su mente pase a un modo pesimista o negativo.
Vamos a citar algunas de estas circunstancias favorecedoras de la depresión. La primera y más importante, es haber sido con anterioridad enfermo de depresión. Las recaídas en estos enfermos son relativamente frecuentes, y deben esforzarse por seguir las medidas terapéuticas y de comportamiento que nos propongan los profesionales de la salud para evitar dichas recaídas.
El tener familiares que hayan padecido depresión también puede indicar que nuestra genética presente cierta predisposición a esta dolencia; por ello, si algún familiar cercano padece o ha padecido de depresión, debemos esforzarnos por seguir un estilo de vida que luche contra la aparición de la depresión. Así, el vivir con una carga de estrés elevada puede facilitar la aparición de la enfermedad. Un motivo más para tratar de evitar el estrés en nuestra vida diaria.
También puede influir el haber sido enfermo de alguna patología grave, que incluso haya puesto en peligro nuestra vida, o el haber sido madre recientemente. La depresión post-parto está plenamente descrita, debido al cambio tan grande que ocurre en la vida de la mujer, con alteraciones hormonales y de la vida diaria muy importantes.
Asimismo, el haber sufrido algún tipo de trauma, tanto físico como psicológico, que altera nuestro comportamiento de forma significativa, puede ser otro factor favorecedor de la depresión.
Y cómo no, el consumo de drogas, abuso de alcohol, o dependencia de algunos medicamentos también juega a favor de que aparezcan síntomas depresivos. No nos cansamos de incidir en que el consumo de drogas no trae más que complicaciones serias para nuestra salud, presente, y sobre todo futura; y el consumo de alcohol ha de ser responsable y moderado, para aprovechar los beneficios de pequeñas cantidades de alcohol, pero evitando los perjuicios de las intoxicaciones etílicas y del alcoholismo.
A veces, la gota que colma el vaso para que aparezca la depresión es la pérdida de un ser querido, que nos genera tristeza y desolación, o vivir situaciones de alta tensión, en la familia o en el trabajo, que hace que la mente tire la toalla.
En resumen, la persona con depresión no debe sentirse culpable de sufrir esta enfermedad, sino entender que hay factores que favorecen que ésta aparezca.
Estos factores son, entre otros, haber padecido depresión con anterioridad, estrés, consumo de drogas o alcohol, pérdida de algún ser querido, o la maternidad.
El enfermo debe de luchar, con la ayuda adecuada, contra estos factores, para evitar que lleguen a afectarle de forma grave.
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