lunes, 31 de enero de 2022

Artículo DIABETES 7: Dispositivos de administración de insulina


 

Séptimo artículo dedicado a la enfermedad diabética, que dedicaremos a conocer los tipos de dispositivos con los que el paciente diabético puede administrarse insulina.

Los primeros dispositivos desarrollados eran inyectables tradicionales, con agujas poco profundas, y jeringuillas de poca capacidad. Esto conllevaba un adiestramiento del paciente en las técnicas de inyección, lo cual en ocasiones era una dificultad importante. Hoy prácticamente están en desuso.

Cuando el desarrollo de la tecnología lo permitió, se diseñaron las plumas o bolígrafos inyectables, que permiten variar la cantidad de insulina inyectada, siempre visible en el dispositivo. Estos dispositivos son los más utilizados por los pacientes diabéticos en la actualidad.

Hay varios dispositivos de este tipo pluma o bolígrafo, pero todos ellos van a proporcionar una dosificación de la insulina mucho más rápida y eficaz. La insulina que utilizan pueden ser de cualquier tipo, pero las más empleadas son las lentas y mixtas.

Todos estos dispositivos necesitan estar refrigerados, es decir, guardarse en la nevera.

Vamos a repasar ahora la técnica de utilización de estos dispositivos.

En primer lugar, debemos sacar la pluma de la nevera unos minutos antes para que la insulina se pueda inyectar a temperatura ambiente, no fría, y lavarnos las manos con agua y jabón.

A continuación, colocar la agua en la pluma. Hay que utilizar una aguja nueva cada vez que se inyecte la insulina, no se deben reutilizar. La aguja se coloca enroscando, y luego hay que quitar la tapa protectora.

En este momento es conveniente realizar una prueba de seguridad con 2 unidades de insulina, para comprobar de forma visual que el líquido con la insulina sale de forma correcta por la aguja. Si no sale el líquido, se puede repetir hasta 2 veces esta prueba de seguridad, y si aún no sale la insulina, deshechar la aguja y poner una nueva.

En este momento hay que seleccionar la dosis a inyectar, girando la rueda dosificadora que se encuentra en el extremo de la pluma.

Y ya estamos listos para inyectar la insulina. Conviene desinfectar la zona de inyección utilizando una toallita con alcohol; a continuación, realizar un pellizco de piel suficientemente amplio, para que la aguja atraviese la piel y se libere la insulina en la capa de tejido graso.

El contador de dosis de insulina debe estar mirando siempre al enfermo. Presionar el émbolo, y contar hasta 10 para asegurarnos que toda la insulina necesaria es administrada.

Por último, volver a desinfectar la zona y retirar la aguja. Para ello hay que taparla, desenroscar de la pluma y guardarla para llevar al contenedor de residuos sanitarios, normalmente en los centros de salud.


Hay que ir variando la zona del cuerpo donde se realiza la inyección, rotando entre las siguientes localizaciones:
-Abdomen, evitando la zona de la cintura y cercana al ombligo
-Zona lateral de la espalda justo por encima de la cintura.
-Nalgas.
-Cara externa superior del brazo.
-En los muslos, por su parte frontal y lateral.

Estas zonas están consideradas como las mejores para la acción de la insulina, ya que reduciremos las posibilidades de tocar grandes vasos de sangre, articulaciones o nervios.

Y por último, los dispositivos más modernos y eficaces son las bombas de insulina, instrumentos del tamaño de un teléfono móvil, que están continuamente midiendo los niveles de glucosa en sangre, y van proporcionando la cantidad de insulina necesaria en cada momento para mantener el control. Suelen inyectar insulinas de tipo rápido.

Las circunstancias de cada paciente determinan qué tipo de insulina y en qué dispositivo ha de ser administrado en cada caso.

El personal sanitario le enseñará a gestionar sus necesidades de insulina en función de sus niveles de glucosa.

 


 


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