Este es el segundo artículo dedicado a la depresión, y vamos a centrar nuestra atención en comentar cuales son los síntomas más relevantes que pueden aparecer en esta enfermedad.
Como ya se comentó en el primer artículo, los síntomas más destacados de la depresión son, por un lado, una profunda tristeza, una melancolía continua que invade al paciente, y por otro, una total pérdida de interés por todo aquello que le rodea.
Éstos son los síntomas más característicos de la depresión, pero la enfermedad depresiva puede llegar a ser mucho más que estos síntomas, y pueden aparecer una gran variedad de ellos.
Para profundizar en estos síntomas, vamos a hacer dos grupos. En primer lugar, vamos a tratar los de tipo psicológico, y éstos pueden ser:
ansiedad, es decir, un estado mental con gran inquietud, excitación e inseguridad.
irritabilidad, o sea, reacciones exageradas ante influencias externas.
ganas de llorar sin motivo aparente, que aparecen súbitamente y sin poder controlar.
pensamientos negativos que pueden llegar incluso a pensamientos suicidas.
y por último, sentimiento continuo de inutilidad o culpa, con la consiguiente falta de autoestima.
Y el segundo tipo de síntomas que pueden padecer son de tipo físico, como por ejemplo:
dolor inespecífico que aparece y desaparece, de intensidad variable y localizaciones que pueden cambiar.
trastornos de tipo digestivo como malas digestiones, pesadez, ardor o acidez.
cambios en el apetito, pudiendo desde perderse por completo a pasar a tener un hambre insaciable de forma continuada.
cansancio crónico.
incapacidad para alcanzar un sueño adecuado y reparador.
problemas de memoria.
palpitaciones, que son esas situaciones en que parece que el corazón está muy acelerado y se nos va a salir por la boca.
No se asuste, no todos estos síntomas van a aparecer en un mismo enfermo. Son síntomas que, a través del estudio de muchos enfermos en todo el mundo, se ha identificado que pueden aparecer en una persona enferma de depresión. Repito, pueden. Pero no tienen porqué aparecer necesariamente, y menos todos a la vez.
En resumen, como dice la frase atribuida al célebre médico español Don Gregorio Marañón, “no hay enfermedades sino enfermos”. Cada enfermo va a manifestar la enfermedad de una forma, pero la aparición de alguno o varios de estos síntomas que hemos comentado debe llevarnos a la consulta de nuestro médico, para que evalúe la situación y, si lo considera necesario, nos proponga medidas terapéuticas y de comportamiento adecuadas a nuestra nueva situación.
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