Este será el segundo de la serie dedicada a la menopausia, en el que realizaremos una serie de comentarios sobre los cambios que supone para la mujer la llegada de la menopausia.
Antes de nada queremos volver a incidir en la cuestión de la variabilidad de los cambios y síntomas en función de cada mujer. No hay 2 mujeres iguales, ni hay dos manifestaciones de la menopausia iguales. Cada mujer lo vivirá de una forma, variando en este caso los cambios que pueden aparecen en su cuerpo, tanto en cantidad como en intensidad de los mismos.
Los cambios en el cuerpo de la mujer al llegar a la menopausia están condicionados, en su parte más destacada, por la disminución de la producción de unas hormonas femeninas llamadas estrógenos, y que, además de tener relación con la fertilidad, tienen ámbito de acción sobre otras funciones del organismo, que por tanto pueden verse alteradas a partir de la menopausia. Vamos a tratar de ver, de forma resumida, esos cambios que pueden aparecer en funciones del cuerpo femenino.
La disminución de la producción de estrógenos suele afectar al sistema cardiovascular de la mujer. Así, los grandes vasos sanguíneos pueden ver alterada su funcionalidad. De hecho, se sabe que los estrógenos tienen un papel protector del sistema cardiovascular, que hace que las complicaciones cardiovasculares debidas a la edad aparezcan en las mujeres a una edad más avanzada que en los hombres. Por ello, al llegar a la menopausia, las mujeres deben incrementar sus esfuerzos para controlar sus factores de riesgo cardiovascular, vigilando los niveles de tensión arterial y colesterol, así como la presencia de sobrepeso.
A nivel de los vasos sanguíneos de menor tamaño, también hay consecuencias con la llegada de la menopausia. Los vasos finos, que nutren las zonas de la piel, sufren una modificación en su flexibilidad, lo que altera su funcionamiento, originando algunas molestias como son los sofocos.
Los estrógenos también influyen en la fisiología del sistema nervioso de la mujer, y la disminución de los mismos puede provocar alteraciones importantes a ese nivel, como por ejemplo dolores, inestabilidad emocional, e incluso depresión en los casos más importantes.
En el sistema óseo también aparecen cambios con la llegada de la menopausia. El hueso es un órgano vivo, en constante creación y destrucción, en un equilibrio continuo entre ambos procesos. Al llegar la menopausia, ese equilibrio se ve alterado, y la destrucción de hueso predomina sobre la creación, dando lugar a unos huesos más porosos y frágiles, originando un estado denominado osteoporosis, cuya principal consecuencia puede ser el aumento de riesgo de padecer fracturas en los huesos.
Y por último, los sistemas genital y urinario pueden verse afectados al llegar a la menopausia. Los estrógenos también tienen una función de gran importancia para el correcto funcionamiento de los órganos genitales y urinarios femeninos, y con la menopausia es frecuente la aparición de complicaciones como la sequedad vaginal, con la consiguiente dificultad en las relaciones sexuales, o pérdidas de orina.
En resumen, la menopausia origina en el cuerpo de la mujer cambios en los sistemas cardiovascular, de los vasos sanguíneos, nervioso, óseo y genitourinario. Estos cambios se deben, fundamentalmente, a la disminución en la producción de unas hormonas llamadas estrógenos.
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