domingo, 31 de agosto de 2025
Artículo NOTICIAS SOBRE SALUD 7 - Una nueva clase de medicamentos para el dolor
Este artículo, el séptimo de la serie dedicada a noticias sobre salud, tendrá como motivo la reciente aparición de una nueva clase de medicamentos para el dolor, una nueva forma de abordar esta manifestación de toda clase de dolencias, y que sin duda vendrá a mejorar la calidad de vida de los pacientes con dolor.
El dolor es un síntoma que aparece en nuestro organismo ante varias circunstancias, como por ejemplo una herida, un traumatismo, una inflamación, etc, y que viene a alertar al sistema nervioso sobre la existencia de algo que no funciona bien en nuestro cuerpo.
Los seres humanos hemos buscado remedios contra el dolor desde el principio de los tiempos. Los frutos de la investigación hasta ahora habían logrado 2 tipos de fármacos fundamentalmente para tratar el dolor.
Por un lado, tenemos los Antiinflamatorios no esteroideos, también conocidos como AINES, cuyos representantes más conocidos son paracetamol, ibuprofeno, dexketoprofeno y naproxeno, que también presentan propiedades frente a la inflamación y la fiebre, y cuya actuación se realiza en el propio foco del dolor, bloqueando las reacciones químicas que generan el dolor y la inflamación.
Por otro lado, disponemos de analgésicos de tipo opiáceo, cuyos máximos representantes son la morfina y sus derivados como el tramadol, y el fentanilo, compuesto artificial que imita la acción de la morfina, y que ejercen su acción sobre los receptores del dolor que se encuentran en el sistema nervioso central, tanto en el cerebro como en la médula espinal.
La nueva clase terapéutica desarrollada ahora se denomina “Inhibidores de los canales específicos de Sodio”, que son unas estructuras presentes en las fibras nerviosas que transmiten el dolor desde cualquier parte del cuerpo hacia el sistema nervioso central. Al actuar impidiendo la transmisión de la señal nerviosa del dolor, esa señal no va a llegar al sistema nervioso central, con lo que el paciente no tendrá sensación dolorosa.
Así pues, los Antiinflamatorios clásicos actúan en el foco del dolor, y los analgésicos opiáceos, en los receptores del sistema nervioso central. Los nuevos fármacos, con este mecanismo de acción novedoso, bloquearán la transmisión de la señal dolorosa desde el foco del dolor y hacia las estructuras del sistema nervioso central, impidiendo que el cerebro reciba señales de estímulos dolorosos.
Esta nueva clase terapéutica representa la primera novedad en 20 años en el campo del tratamiento del dolor, y la Agencia de Medicamentos de los Estados Unidos ya ha aprobado el primer medicamento de esta nueva clase terapéutica. La forma en que actúan estos medicamentos ayudará a tratar otras enfermedades que también transmiten señales nerviosas hacia el sistema nervioso central.
Los ensayos clínicos realizados para la aprobación de estos medicamentos muestran su eficacia en el tratamiento del dolor moderado a severo, sin generar dependencia ni adicción, es decir, sin que nuestro organismo vaya a requerir ni más cantidad de medicamento ni durante más tiempo a lo largo del tratamiento, y con un perfil de seguridad similar a las terapias actuales.
La disponibilidad de más alternativas para tratar el dolor aumenta las probabilidades de éxito del mismo, pues se podrá adaptar mejor a las necesidades de cada paciente, y también ayudarán a controlar la llamada “epidemia del fentanilo”, importante problema de salud de varias sociedades del primer mundo, en que millones de personas se encuentran con la necesidad diaria de consumir ese analgésico de forma compulsiva, aunque ya no tengan estímulos dolorosos.
En España estará disponible cuando lo autoricen las Autoridades Sanitarias de la Unión Europea, y cuando además superen los criterios individuales del Estado Español, y para su utilización será necesario que un médico nos lo indique y prescriba en forma de receta médica.
En resumen, el desarrollo de una nueva clase terapéutica en el campo del dolor, como en este caso es el de los inhibidores de los canales específicos de Sodio, aumentarán las opciones y las posibilidades de tratar el dolor de forma eficaz y segura, y contribuirán al control de otras enfermedades que cursan con la transmisión de señales dolorosas en dirección al Sistema Nervioso Central, compuesto por el cerebro y la médula espinal.
viernes, 15 de agosto de 2025
martes, 29 de julio de 2025
lunes, 28 de julio de 2025
miércoles, 23 de julio de 2025
viernes, 4 de julio de 2025
viernes, 27 de junio de 2025
jueves, 26 de junio de 2025
Artículo ATENCIÓN FARMACÉUTICA 2 - Resistencias a antibióticos
Este artículo, segundo de la serie dedicada a la atención farmacéutica, entendida como todas aquellas aportaciones que, desde la oficina de farmacia, se pueden realizar para mejorar la salud de los pacientes, estará dedicado a informar sobre las resistencias a antibióticos, un verdadero problema de salud pública, en el que todos los agentes implicados tenemos algo que aportar.
Los antibióticos son, quizá, el tipo de medicamentos con la mejor imagen entre los pacientes en general. Sin duda fueron un aporte trascendental a la salud pública debido a que se convirtieron en un arma eficaz frente a infecciones que causaban muchas enfermedades y muertes.
El primer antibiótico que se desarrolló fue la penicilina, descubierta por el científico inglés Alexander Fleming, al observar en unos cultivos bacterianos que éstos no crecían si habían sido contaminados con un hongo del género Penicillium. De ahí, se tomó el nombre de la sustancia que eliminaba a las bacterias: penicilina. La penicilina no resistía activa el paso por el sistema digestivo, así que tenía que ser administrada en forma de inyectables intramusculares. Con el tiempo y la investigación, se desarrollaron formas orales de la penicilina como la amoxicilina, usada todavía en nuestro arsenal terapéutico.
Estos medicamentos antibióticos sólo son efectivos contra los microorganismos bacterianos. No afectan a los virus ni a otro tipo de microorganismos. Este es de gran importancia pues, si nuestra infección está provocada por un virus, tomar antibiótico no sólo no será efectivo, sino que puede acarrearnos problemas graves en el futuro.
Las bacterias pueden provocar enfermedades. Y los virus también. Las enfermedades más frecuentes causadas por bacterias son otitis, neumonía, faringitis e infecciones de las vías urinarias, entre otras. Y las enfermedades más frecuentes causadas por virus son resfriados, gripe, sarampión, o varicela, entre otras. Traemos aquí esta información porque, si lo que tenemos es gripe, o un catarro, el tomar antibiótico no va a conseguir que mejoremos antes de la gripe. Los virus son unos seres mucho mas simples y pequeños que las bacterias, tanto que no pueden ser observados con un microscopio óptico, y así, necesitan de un microscopio de muchos más aumentos como por ejemplo un microscopio electrónico.
Vamos a comentar a continuación que ocurre en nuestro organismo cuando entra en contacto con una bacteria. Cuando una bacteria patógena, es decir, capaz de provocar una enfermedad en nuestro cuerpo, contacta con un cuerpo humano, va a encontrar un entorno favorable, pues va a tener alimento, buena temperatura, etcétera, y va a multiplicarse de forma rápida, luchando contra las defensas del cuerpo humano, y, si logra imponerse a éstas, provoca una enfermedad, que puede llegar a ser grave.
Si, cuando la infección es detectada, administramos un medicamento antibiótico efectivo frente a esa infección, el número de bacterias patógenas se verá reducido de manera importante, y nuestro sistema inmunitario podrá controlar esa infección antes de que provoque daños mayores en nuestro cuerpo.
Puede ocurrir que, debido a varios factores, algún tipo de bacteria que antes era sensible a un determinado antibiótico, haya desarrollado algún mecanismo de defensa frente a ese antibiótico; en este caso, si al detectar la infección administramos el antibiótico que creíamos era efectivo contra ese tipo de bacteria, la infección, que se ha hecho resistente a ese antibiótico, crecerá como si no hubiéramos tomado antibiótico, pudiendo dañar nuestro organismo con consecuencias que pueden ser graves.
¿Qué podemos hacer cada uno de nosotros para evitar que aparezcan este tipo de bacterias resistentes a los antibióticos? En primer lugar, debemos comentar que las probabilidades de que aparezcan bacterias resistentes a antibióticos aumentan con el uso de este tipo de medicamentos; a mayor contacto de la bacteria con un antibiótico al que es sensible, mayor probabilidad de que aparezcan bacterias resistentes a ese antibiótico.
Hay que entender que los antibióticos no son una medicina milagro que lo cura todo y siempre; si una vez fueron el remedio que necesitábamos, no quiere decir que cada vez que, por ejemplo, nos duela la garganta, tengamos que tomar antibiótico.
Por nuestra propia seguridad, los antibióticos sólo pueden darse en la farmacia cuando un médico así lo indique según criterios clínicos, y siempre con una receta para cada tratamiento; no es correcto eso de “el médico me dijo que tomara 4 cajas”, o “el médico me dijo que cada vez que me doliera la garganta tenía que tomar este antibiótico y me lo tienes que dar”; los médicos, haciendo uso de su responsabilidad legal, tienen que indicar los tratamientos por escrito en forma de receta médica. Y el tomar antibiótico por nuestra cuenta, haciendo uso de tratamientos anteriores que quedaron sin tomar, o porque nos lo sugiera alguna persona de nuestro entorno que no es personal médico, a la larga no puede traernos nada más que complicaciones, tanto a nosotros mismos como al resto de la sociedad.
¿Porqué puede ser también perjudicial para la sociedad la aparición de resistencias a antibióticos? Porque si aparecen bacterias resistentes a varios antibióticos y se expanden, las armas terapéuticas de que disponemos para controlar esa enfermedad se verán reducidas, y no podremos combatirlas de manera efectiva.
Las autoridades sanitarias a nivel mundial alertan de que esta situación es uno de los principales problemas de salud pública a los que nos enfrentamos. Las soluciones pasan, entre otras, por el desarrollo de nuevos antibióticos efectivos contra estas bacterias resistentes, pero eso requiere de mucha investigación, la cual necesita tiempo y recursos para conseguir los frutos perseguidos. También se ha aumentado el control del uso de antibióticos a nivel veterinario en animales para el consumo humano, pues pueden generar resistencias en esos animales que pueden pasar luego a los humanos.
Y en nuestra mano está, por ejemplo, no solicitar antibióticos en las farmacias sin la consiguiente receta médica, ni presionar al médico para que los recete en contra de su criterio; debemos confiar en los profesionales de la medicina y de los medicamentos, que son los encargados de velar por nuestra salud.
En resumen, la aparición de bacterias resistentes a antibióticos son un problema importante al que nos enfrentamos como sociedad, y que está directamente relacionado con un consumo excesivo de este tipo de medicamentos. Debemos confiar en el criterio de los profesionales de la salud, que disponen de conocimientos y técnicas para saber, por un lado, si necesitamos tomar antibióticos, y por otro, qué antibiótico en concreto, en qué dosis y durante cuánto tiempo, para poder controlar nuestra enfermedad, y así no poner en riesgo la salud individual y colectiva.